viernes, 29 de agosto de 2008

"Sin lugar para los debiles", una de las peliculas del año


"Mi padre se adelanto para preparar un fuego y cuidarme de ese frió y esa oscuridad. Y luego me desperté"El Sheriff Ed Tom
Acabo de terminar de ver, otra vez, "Sin lugar para los débiles". Una de las películas del año. Y ahora entiendo varias cosas más. Uno: concuerdo con la versión del columnista de Rolling Stone: El Sheriff despierta en un mundo de violencia irracional que lo sobrepasa y lo atemoriza. Y, además, representa a las instituciones. "El gran sueño americano" esta destruido, cansado, cerca del retiro y nada puede hacer ante la locura, encarnada en este caso en Anton Chigurh. Dos: Javier Bardem la descose interpretando a un personaje con principios. Sí, porque Chigurh es un fantasma al que no le interesa el dinero tanto como demostrar que la violencia es la única manera de sobrevivir en este mundo. Y es una sombra oscura y lóbrega que se extiende sobre todo. Como el Cuco, no importa donde te escondas, él te va a encontrar. Al fin y al cabo, la violencia encarnada por Chigurh lo sobrepasa, incluso a él. Y esto nos lleva al punto Tres: Llewelyn Moss. Recuerdo que nos fuimos bastante ofuscados del cine, sin entender por que el protagonista muere. Quizás, algo acostumbrados al cine de Hollywood, pretendíamos, erróneamente, que Moss se salvara. Este protagonista atípico, ambicioso, dispuesto a cualquier cosa con tal de dinero fácil, resulta ser algo ingenuo ya que nunca termina de entender contra que clase de salvajismo se enfrenta. Cualquiera de nosotros hubiera dejado de lado el dinero, pero Moss, humano "postmoderno", piensa que su vida vale menos que esa valija. Y eso lo lleva a su perdición. Es curioso que no lo mate Chigurh y que nunca se encuentren cara a cara. Si eso hubiese ocurrido la sensación final seria: "Bueno, era un loquito". Pero no. A Moss lo matan unos mejicanos, es decir, violencia hay en todos lados y locos están todos, o ninguno. En todo caso, es perfectamente lógico, dentro de la narración, que Moss sea asesinado. Los Coen lo hicieron para que no los traten de cínicos: los personajes que viven son los dos, el Sheriff y Chigurh, que tienen, para bien o para mal, algún tipo de principios. "En algo hay que creer en esta vida, para afrontarla con dignidad" dice la película, y que cada uno decida en que. No en Dios, que esta ausente y sin aviso durante casi todo el film y que hace su aparición casi sobre el final, en palabras del Sheriff, que asegura que pensó que alguna vez la religión entraría en su vida de alguna forma pero no lo hizo. Es que la historia deja de lado las creencias tradicionales y afirma que cada uno debe afrontar solito esta vida finita y generar, crear su propio sistema de creencias. Extraordinarias actuaciones de Josh Brolin y de Tomy Lee Jones. Y, más allá de todas estas cuestiones interpretativas, esta película esta filmada como los dioses, con un manejo de la cámara, de la luz, de los tiempos narrativos, del sonido, como para tomar nota. "Mucho virtuosismo" dirán algunos heresiarcas, enemigos de los Coen.
Apuntes finales. Podría decirse que la muerte de Moss fue algo descuidada y debería haber sido un poco más heroica o digna. Es discutible. No es descabellado el final de este protagonista dentro de la estructura general del film.
Dan ganas de volver a ver “Fargo”, cinta que tiene muchos puntos de contacto con esta película y donde se puede ver, en el platinado personaje que interpreta Peter Stormare, el germen de Anton Chigurh, aunque aquel tenia al parlanchín Steve Buscemi, que lo hacia un poco menos siniestro.
Y, a veces, un director debe caer muy bajo para hacer su gran obra. Esta es la gran película de estos realizadores, su primera obra maestra. Las anteriores películas de lo Coen habían sido “El amor cuesta caro” y “El quinteto de la muerte”, dos bodrios inmirables.